Leyenda de la Laguna Magdalena
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Cuenta la leyenda que una familia procedente de San Juan Ixcoy, Huehuetenango, llegó a establecerse por el lugar buscando encontrar un pozo de agua que les proveería del vital líquido. Esta familia tenía una hija llamada Magdalena, quien era la encargada de ir al pozo a traer el agua para el consumo familiar.
Cada vez que se dedicaba a llenar su cántaro, la joven observaba dentro del pozo joyas preciosas como collares, aretes y anillos. Entonces ella las trataba de alcanzar los tesoros, pero era imposible. Al regresar le contaba a la madre y juntas regresaban para poder sacarlas. Pero cuando la mamá estaba presente, no se aparecía nada.
Un día de tantos, la jovencita no regresó del pozo. Entonces la madre le contó a su esposo al regresar del campo. Juntos decidieron esperar a ver si regresaba.
Mientras tanto, los días pasaron y no se supo nada. Cuentan que ese día, cuando la joven fue al pozo, la rodeó una inmensa nube que la desapareció. Algún tiempo después Magdalena regresó a su hogar con un hijo.
La madre de la joven pidió ver a su nieto, negándose la joven. En cambio, le dejó un cofre, diciéndole que no lo abriera hasta pasados 15 días y se fue.
El padre de la joven al regresar de su trabajo escuchó a la esposa impaciente por abrir el cofre. Él entonces le dijo que respetarían lo que su hija les había dicho sobre esperar, así decidiéndolo.
Una mañana, cuando el padre estaba en el trabajo, a la madre la dominó su curiosidad y abrió el cofre. De este salió una enorme serpiente que la espantó. El animal siguió el cauce del arrollo hasta llegar al pozo, donde se escondió. Ahí empezó a crecer hasta formarse la laguna.
Desde entonces, los pobladores veían en el centro de la laguna, formando inmensas nubes, a la joven Magdalena salir a peinarse. Por esta razón fue que le llamaron la Laguna de Magdalena.